«El pecio estaba lleno con un conglomerado flotante de restos congelados que pendían en el interior de la nave destruida como la fotografía instantánea de una explosión. La mínima atracción gravitacional que los trozos de escombros ejercían unos sobre otros los iba conglomerando lentamente en racimos que rompía al pasar el único superviviente todavía con vida en el pecio: Gulliver Foyle, AS-128/127:006»
Alfred Bester: Las estrellas mi destino (1957)
Han pasado tres años desde que escribí el último texto en un blog personal, el 17 de agosto de 2016, tomando el título de los «Cuatro cuartetos» de T. S. Eliot: en mi fin estaba mi principio. Esa posibilidad ha quedado latente durante todo este tiempo, perdida entre fragmentos demandados por la urgencia de un triaje que siempre la relegaba a la sala de espera.
Hoy he decidido darle una nueva oportunidad a los escritos supervivientes: a aquellos que surgen de manera espontánea e imprevista y que, después, quedaban abandonados entre los escombros, bajo un nuevo formato que sirva, en continuidad con aquella experiencia pasada, para empezar de nuevo y, como siempre, para poder disfrutar de los comienzos.